Me voy a mi planeta de vacaciones. No voy a poder ir al encuentro de blogueros de María del Roxo en el Lejano Oeste, aunque mucho me pesa. De todas maneras, no me llegó el traje de humano que tenía pedido a mi planeta, después de que me robaran el que tenía tendido al sol a la puerta de casa, así que tampoco hubiera podido ir con estas trazas de alienígena.
Allí en mi planeta somos muy relajados y no tenemos un concepto del tiempo como tenéis vosotros los terrícolas. Así que aún no sé cuándo volveré. Quizá dentro de una semana, un mes o tres meses. ¡Qué más da! Mi aportación a la difusión de las barbaridades que el empresario minero Victorino Alonso y los políticos que tiene en nómina han hecho en la comarca ha sido poca, pero es un granito de arena que antes no estaba en el pequeño montón de tierra que poco a poco va creciendo últimamente. Somos cuatro gatos contra cinco leones, pero menos es nada. En el tiempo que he pasado en Laciana he conocido a bravos luchadores, héroes que se juegan el tipo sin esperar ningún tipo de recompensa en pago a sus sinsabores. Simplemente desean que su tierra, de la que han marchado ya la mitad de sus habitantes, sea un lugar donde se pueda vivir. Quizá sus hijos tengan que emigrar a otros lugares a buscar trabajo, como está teniendo que hacer la mayoría de los hijos de los lacianiegos. Pero si alguno puede quedarse, que por lo menos pueda seguir disfrutando del ruido del viento en los árboles, del canto de los pájaros, de la presencia invisible pero reconfortante del oso pardo, o del silencio de este valle, últimamente desgarrado por las explosiones de la dinamita y los rugidos de las máquinas en las minas a cielo abierto.
Hasta cuando tenga que ser.
Un saludo